Qué tipo de copa utilizar para cada vino

Consejos, Curiosidades, Vino

Siempre nos recuerdan que en la degustación de un vino deben intervenir todos los órganos de los sentidos para poder disfrutarlo plenamente. No obstante, solemos ignorar otros elementos que participan en este placer, como es el caso de las copas de vino.

Existen diez principales tipos de copa que pueden cambiar y mejorar el sabor del vino. Hoy, haremos un repaso y analizaremos qué tipo de copa es más apropiada para servir un tipo de vino concreto, en función de las características de ambos, copa y vino.

Tampoco es necesario disponer de una extensa colección de cristalería, bastará con conocer las diferentes clases de copas de vino más comunes, su forma, los elementos que las conforman y cómo modifican nuestra degustación. 

¿Cómo debe ser una buena copa de vino?

Cada copa está diseñada para mejorar el sabor o la degustación del tipo de vino en concreto, teniendo en cuenta el lugar o proceso de elaboración, la variedad de uva…

Antes de nada, debemos entender que una copa de vino siempre tiene que ser de cristal liso, transparente e incoloro, y de un espesor de no más de  1 milímetro en los laterales.

A mayores, la inmensa mayoría de copas contarán con tres elementos comunes: la base, el tallo y el cuerpo. 

La Base

Se sitúa en la parte inferior de la copa, es el elemento que da soporte y la mantiene en vertical.

Aunque no lo parezca, tiene cierta importancia, ya que debe tener un tamaño proporcionado con respecto al tallo y cuerpo de la copa. Por otra parte, es una zona por la que podemos asir la copa y poner distancia entre nuestra mano y el cuerpo, evitando así la transferencia de calor corporal al vino.

El Tallo

Es el componente que une la base con el cuerpo. Es otro punto por donde podemos sujetar la copa.

Evita que calentemos el vino con nuestro calor o que manchemos las paredes del cuerpo de la copa.  Su tamaño va en proporción al tamaño del cuerpo de la copa. De igual modo, si se sirven vinos a temperaturas más bajas, el tallo será más largo por el mismo motivo de alejar el calor humano del contenido del cuerpo. 

El Cuerpo

El cáliz o cuerpo de la copa supone el componente más importante. En él se alberga el vino para su disfrute. Es en este elemento, donde se encuentran más variaciones según el tipo de copas o para el vino que han sido diseñadas. A su vez, tiene dos partes, que son la base y el cuello. 

En la base quedará el vino que se sirva y a través del cuello circularán los aromas que provienen del vino hasta llegar a nuestra nariz y boca.

Una base ancha y extensa hará una mayor oxigenación del vino. Lo que resulta indicado para vinos con crianza, con estancias en madera y que poseen matices aromáticos más complejos. Oxigenando el vino, hacemos que afloren aromas secundarios y terciarios del vino. En cambio, un cuerpo de base estrecha es indicado para vinos más ácidos, frescos y aromáticos, ya que se evitaría una oxigenación excesiva del vino. Este estrechamiento sería recomendable para vinos tintos jóvenes, rosados o blancos sin crianza.  

En cuanto al cuello, este sirve para concentrar los aromas del vino en una mayor o menor cantidad. Los vinos con más envejecimiento o aquellos que muestren matices aromáticos más delicados, se verán potenciados al ser servidos en copas con cuello estrecho. Para los vinos afrutados, jóvenes, ácidos y frescos, será recomendado una copa de cuello ancho. 

Tipos de copa y los vinos que les convienen 

Como hemos visto, existen infinidad de variedades de copas. Incluso, hay copas diseñadas para beber determinadas variedades de uva o una denominación de origen en concreto.

Aunque con tres tipos de copa diferentes será suficiente para poder disfrutar de manera correcta un buen vino. 

Copa de vino blanco 

El modelo de copa de vino blanco es el Estilo Burdeos. Se caracteriza por ser una copa abierta, para así potenciar el dulzor de los vinos blancos más frescos como el Albariño Valtea. El tamaño del cuerpo es menor a otros tipos para evitar una oxigenación excesiva en el vino y ayudar a conservar la baja temperatura del mismo. 

Copa de vino tinto

Los principales tipos de copa que se encuentran para servir vino tinto son las de tipo Burdeos y las de tipo Borgoña. Ambas copas grandes y amplias, con bases de cuerpo redondas. Facilitan la oxigenación y el giro del vino en su interior. 

La de tipo Burdeos es la más común. Su boca es ancha y hace que el vino cuando se bebe se reparta desde el centro de la boca para reducir el amargor. Es indicada para vinos tintos jóvenes y crianza. También se puede utilizar para vinos blancos secos y blancos crianza.

En cuanto al modelo Borgoña, tiene la base más abultada y el cuello más cerrado. Facilitando la evolución y concentración de aromas. Está diseñada para vinos envejecidos de Rioja, Ribera, de Toro o del Bierzo.

Copa para vinos espumosos

Las copas que caracterizan a los vinos espumosos son las de tipo flauta. Son alargadas y estrechas. Sus tallos son alargados y finos. Su forma sirve para evitar que el vino coja temperatura, ya que por lo general se deben servir fríos. Por el mismo motivo, el cristal es de mayor grosor.  Son las más utilizadas y características para servir champanes, cavas y vinos espumosos como el Espumoso Valtea Brut Nature

Ahora que ya conocemos qué tipos de copas de vino hay y cómo se deben emplear, anímate a crear tu propia colección en casa para disfrutar del vino como se merece. 

 

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