Historia del corcho en las botellas de vino

Actualmente, el tapón de corcho es un objeto que todos conocemos y que estamos acostumbrados a ver, especialmente en el sector de la viticultura, aunque no siempre ha sido así.

Tiene mucha más relevancia de la que le solemos dar. Es el guardián del vino mientras esté en la botella y su descubrimiento no fue nada fácil. 

En este post, haremos un repaso a su historia en las botellas de vino.  

Para los que no lo sepan, el corcho proviene de la corteza del alcornoque, un árbol longevo de madera durísima. Esta corteza se extrae cada 9 años (sí, has leído bien) y haciéndose la primera extracción a los 30 años de vida del árbol, por lo que su obtención se dificulta.

Invención del tapón de corcho

Pese a los conocimientos que tenían los romanos (unos grandes amantes del vino) sobre las propiedades del alcornoque, no dieron con la solución de hacer que sus vinos no se pudrieran. Ignoraban el envase de vidrio que ya conocían y empleaban barricas, odres y ánforas de arcilla que taponaban con otros materiales. 

El tapón de corcho se estima que lo inventó el monje francés Dom Pérignom en el siglo XVII, cerca del año 1670. Hasta ese momento, se usaban tacos de madera envueltos en fibra, tejidos impregnados en aceite de oliva o lacraban con barro las botellas. Estos métodos estaban lejos de ser efectivos, hacían imposible la transpiración y el vino se pudría.

Este monje experimentó con diferentes materiales que aguantasen la presión a las que estaban sometidas sus botellas de champagne, hasta encontrar el tapón de corcho. Un método de cierre hermético que aislaba mejor el interior de la botella que el exterior.

Con el avance de los años, en el siglo XIX, las botellas de vidrio se volvieron más populares. Al igual que, la industrialización de la fabricación de los tapones de corcho.

El proceso de elaboración consiste en almacenar las planchas sacadas del alcornoque para ser hervidas con el fin de eliminar la contaminación microbiana y mejorar su flexibilidad. Luego, se cortan en tiras verticales que determinarán el largo del tapón.

Con unas máquinas se perfora cilíndricamente y se extraen los corchos. Una vez extraídos, se les realiza una nuevo lavado y esterilización. También se rectifican las cabezas  para quitar deformidades. Por último, se les aplica un tratamiento de parafina o silicona para que conserve su humedad y facilite la extracción de la botella. 

¿Por qué el corcho?

Principalmente, por sus propiedades de impermeabilidad a los líquidos y elasticidad. El corcho deja pasar pequeñas cantidades de aire que permiten a los vinos añejarse mejor. La estructura celular de la corteza del alcornoque hace que el tapón de corcho sea un objeto único e irremplazable. Su exterior cuando está en el interior de la botella, tiene contacto con alrededor de 35 millones de micro-ventosas.  

Un corcho que realice su trabajo correctamente, hará que el vino evolucione de forma pausada y armoniosa, permitiendo el ingreso de miles de partículas de aire a la botella. Tiene la capacidad de dejar respirar el vino a la vez que deja hermético el recipiente que lo contiene. Haciendo esto, la excelencia del vino con el paso de los años. 

De todas formas, para que un corcho realice su importantísima labor, necesita dos requisitos fundamentales. Uno de ellos es un ambiente con una humedad del 70%. Y el otro es la posición horizontal de las botellas. Ambos requisitos evitan un posible resecamiento del corcho y mantienen sus cualidades.

La primera de estas medidas es para conservarlo desde el exterior y la segunda desde el interior. A mayores, el corcho es un material ecológico. No es tóxico ni contaminante, al ser un objeto biodegradable y sostenible, ya que no es necesario cortar el alcornoque para extraer su corteza (el corcho). Estas cualidades ecológicas lo convierten en una ventaja para aquellos empresarios que buscan adoptar una iniciativa sostenible. 

Alternativas

Cada vez se buscan más alternativas a los tapones de corcho, sobre todo para los vinos jóvenes que se consumen en los primeros años. Existen dos alternativas actualmente, que son los tapones sintéticos y las tapas a rosca. El problema es que aún no se ha conseguido crear nada que pueda reemplazar un sistema igual de efectivo al corcho.

Además, ¿qué sería del arte de descorchar y servir un buen vino?

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