Conseguir un buen vino blanco conlleva un complejo proceso de elaboración que comienza tras la vendimia. En ocasiones pasadas, en Valtea, hemos hablado de las distintas fases de producción de un vino D.O. Rías Baixas. En esta ocasión, profundizaremos en uno de los pasos más importantes para obtener vinos mucho más equilibrados y de mayor complejidad: la crianza del vino blanco.
¿Qué es la crianza del vino?
Tras el periodo de fermentación del mosto en el que sus azúcares se convierten en alcohol, comienza la fase de crianza del vino blanco.
Se trata de un proceso de envejecimiento y maduración del vino de una duración, normalmente, de seis meses en el caso de los vinos albariño como los vinos Valtea.
Esta fase de crianza es la que aporta un carácter propio a cada vino, afectando a su aroma y sabor. Los cambios que proporcionan personalidad se producen por reacciones químicas y oxidativas y por las alteraciones biológicas y/o físicas que se producen durante la elaboración del propio vino.
Fases de envejecimiento del vino
El tiempo de crianza del vino blanco, de su envejecimiento, lo dividimos en dos fases y se producen en dos lugares distintos.
- En primer lugar tenemos la crianza del vino en barrica. Aquí entran en juego aspectos importantes y relacionados con la calidad y particularidad de la propia madera como la edad del recipiente, su tostado y su porosidad. En este tiempo, el vino adquiere aromas especiados y/o tostados, dependiendo del material del recipiente.
- En segundo y último lugar, está la crianza en botella. Aunque no es necesario, son muchos los casos en los que el vino se deja reposar en ella tras salir de la barrica. Las botellas se dejan reposar en lugares donde no hay cambios bruscos de temperatura y en posición horizontal de forma que el vino esté siempre en contacto con el corcho.
Tipos de crianza del vino
El tipo de material utilizado en la crianza del vino blanco, junto con la cantidad de oxígeno durante el proceso determinan los distintos tipos de crianza:
- Crianza oxidativa. Se realiza en barricadas o depósitos de madera y de ella se obtienen vinos intensos y ásperos.
- Crianza reductiva. La ausencia total del oxígeno permite que el vino, en este caso, proteja y conserve tanto su aroma como sus matices.
- Crianza mixta. En este sistema tan común, se combinan las anteriores. Primero se realiza una crianza oxidativa en madera y posteriormente una reductiva en la propia botella.
La crianza sobre lías de un vino blanco
Una forma muy común actualmente de encontrar el vino es criado sobre lías.
Las lías son la materia sólida que queda en el fondo del depósito de vino tras la fermentación. Este proceso de envejecimiento se produce cuando el vino entra en contacto con las levaduras muertas que se generan tras el proceso de fermentación alcohólica.
Las técnicas que se llevan a cabo en esta crianza requieren invertir más tiempo y recursos de la bodega. Además, la evolución de estos vinos es mucho más lenta, por lo que el producto resultante es más exclusivo y de más calidad.
En concreto, en este tipo de crianzas, el mosto permanece en el depósito durante seis meses.
Con este tipo de crianza del vino blanco, las sustancias sólidas no se precipitan en la botella, evitando así posos y consiguen una mayor estabilidad con menor riesgo de oxidación.
De esta forma se consiguen vinos blancos de larga duración, un buen ejemplo es el Valtea Cuvée Especial “Lías”.
Clasificación de los vinos según la duración de su crianza
Segundo el tiempo de crianza del vino blanco, contando su periodo en la barrica y en la botella, podemos dividirlo en cuatro tipos.
- Vino joven. Se embotellan una vez finalizada su fermentación y no pasan apenas tiempo de envejecimiento en la barrica. Son vinos para consumir en el propio año
- Vino crianza. Los vinos blancos de crianza deben permanecer durante un año dentro de la bodega. Al menos los primeros seis meses deben permanecer en la barrica.
- Vino reserva. Estos vinos blancos tienen, al menos, tres años de envejecimiento. De ellos, 18 meses deben ser dentro de la barrica y los otros dos años de reposo en la propia botella.
- Vino gran reserva. Estos vinos son los que mayor tiempo de crianza tienen de todos. Los vinos blancos y rosados gran reserva tienen, mínimo, 48 meses de crianza.
Durante el proceso de envejecimiento los primeros seis meses pertenecen a la perioda de la barrica y los siguientes en la botella.
Características del vino blanco con crianza
Tras este elaborado proceso en cuanto a infraestructura y tiempo, estos vinos blancos presentan ciertas características diferenciales.
En apariencia, su color es dorado y presentan mayor volumen, mayor cremosidad. Además, este tipo de vinos son mucho más untuosos y complejos.
Respecto a la forma de servirlos, los vinos blancos crianza se deben catar a una temperatura más alta que los jóvenes. Esto permite que se puedan disfrutar durante todo el año.
La versatilidad de estos vinos no se limita únicamente a su momento de consumo, sino que también se manifiesta en su capacidad de maridaje. Son perfectos compañeros para carnes blancas, pescados, mariscos e incluso postres.