La producción de vino es un proceso complejo que involucra diversos factores, entre los cuales el clima y el suelo juegan un papel fundamental, ya que pueden influir significativamente en la calidad y el sabor del vino. Por eso, hoy en Valtea, exploraremos cómo influyen estos dos factores en la producción de vinos blancos.
¿Qué es el terroir?
El terroir, también conocido como terruño, es un concepto ampliamente utilizado en el mundo vitivinícola para hacer referencia a los factores geográficos, climáticos y geológicos que influyen en el cultivo de las uvas utilizadas en la elaboración de un vino.
El término proviene del francés, que se traduce como “tierra” o “lugar”, y se utiliza para describir la influencia del entorno natural en el carácter y la calidad del vino producido.
Cada región vinícola tiene un terroir único que influye en el sabor, aroma y estructura del vino producido allí. Es considerado por muchos expertos como uno de los factores más importantes en la elaboración de vinos de alta calidad y puede ser una fuente de orgullo y distinción para los productores de vino de una región determinada.
¿Cómo afecta el clima al vino?
El clima tiene un papel fundamental en la elaboración del vino blanco. Las variaciones en la temperatura, la cantidad de luz solar, las precipitaciones y la humedad pueden influir significativamente en la maduración de las uvas y en su composición química, lo que a su vez afecta el sabor y la calidad del vino.
La temperatura
Por ejemplo, las temperaturas cálidas pueden hacer que las uvas maduren demasiado rápido y pierdan acidez, mientras que las temperaturas frías pueden retardar el proceso de maduración y dar lugar a vinos con un sabor más agrio.
La luz solar
La cantidad de luz solar y la exposición a la luz solar directa pueden afectar la calidad del vino blanco. La luz solar directa puede quemar las uvas y causar que se oxiden, lo que puede dar lugar a un sabor desagradable en el vino.
La precipitaciones
La lluvia juega también un papel importante en el crecimiento de la vid, ya que se necesita alrededor de 710 mm de agua para que la vid crezca adecuadamente. Sin embargo, la lluvia excesiva puede ser perjudicial, ya que aumenta el riesgo de enfermedades fúngicas y puede afectar a la calidad de la uva.
Puede ser beneficiosa para el crecimiento de la vid, proporcionando la humedad y los nutrientes necesarios. Sin embargo, si ocurre durante épocas vulnerables para la vid como en la etapa de la floración, puede afectar la polinización y la formación del fruto.
Si hablamos de Galicia donde las lluvias son frecuentes, podemos resaltar que la uva albariño cultivada en la región se ha adaptado a estas condiciones climáticas, dando como resultado un vino único de marcado caracter atlántico.
Por lo tanto, es importante que los viticultores monitoreen cuidadosamente las condiciones climáticas y tomen medidas preventivas para proteger el cultivo en caso de lluvias intensas o prolongadas.
Otros factores…
Por último, hay otros aspectos del clima que afectan en menor medida al crecimiento de la vid pero que debemos tener en cuenta como el viento, la humedad y la presión atmosférica.
- La humedad puede ser beneficiosa en ciertos momentos del ciclo de crecimiento de la vid, pero un exceso de humedad puede favorecer el crecimiento de hongos y bacterias no deseadas, afectando negativamente la calidad del vino.
- El viento puede ayudar a reducir la humedad en el viñedo y evitar el desarrollo de enfermedades fúngicas en las uvas. Sin embargo, si el viento es demasiado fuerte, puede dañar las vides y las uvas, afectando a su calidad y su rendimiento.
- La presión atmosférica puede influir en la cantidad de dióxido de carbono que se produce durante la fermentación. Un cambio en la presión atmosférica puede influir en la cantidad de CO2 que se produce y, por lo tanto, en la calidad del vino.
En resumen, los climas húmedos y frescos darán como resultado vinos blancos de baja graduación y alta acidez. Un gran ejemplo es nuestro Valtea Albariño 2022, un vino que ofrece lo mejor de la uva albariño y la zona atlántica.
¿Cómo afecta el suelo al vino?
Además del clima, un aspecto del entorno que altera el sabor y aroma del vino es el suelo en el que se cultiva la vid. El tipo de suelo, su composición y la forma en que retiene el agua y los nutrientes afectan directamente el crecimiento de la vid y la calidad de la uva, lo que a su vez influye en el sabor, el aroma y la complejidad del vino.
Tipos de suelos
Por lo general, la clasificación de los suelos se realiza teniendo en cuenta su textura y su granulometría. Teniendo estos dos factores en cuenta, podemos clasificar los tipos de suelo que influyen en la producción de vino en:
- Aluviales: presentan una gran cantidad de piedras. Los más frecuentes son los formados por cantos rodeados de valles fluviales.
- Arenosos: formados por arena, permiten un buen drenaje de agua y materia orgánica. Este tipo de suelo permite que las raíces de las plantas crezcan en una mayor profundidad.
- Francos: están formados por limos, arena y arcilla.
- Limosos y arcillosos: están formados por limos y arcillas que son elementos muy finos. Esto hace que retengan materia orgánica y agua, manteniendo así la humedad durante largos periodos de tiempo.
Respecto a Galicia, existen diferentes tipos de suelos que determinan el sabor y calidad de los vinos propios de la comunidad. En el caso de la zona de D.O. Rías Baixas en la que se cultiva la uva albariño tan característica, encontramos suelos principalmente arenosos y franco-arenosos de granito.
Este tipo de suelos permiten obtener vinos frescos, aromáticos, de equilibrada acidez y baja graduación como nuestros vinos.
Como has podido ver, tanto el terroir como el clima juegan un papel fundamental en el carácter y la calidad del vino. Esperamos que lo hayas disfrutado y que hayas aprendido algo nuevo sobre la producción de vino blanco. ¡Salud!