Ahora que se acercan las fiestas y aprovechando que este año no podemos salir de casa, puede ser un buen momento para realizar una cata de vinos casera.
Las catas no están reservadas a expertos o sommeliers sino que son accesibles a cualquier amante del buen vino. Simplemente hay que seguir unas pautas y contar, claro está, con una pequeña variedad de vinos.
Tipos de catas de vino
Existen distintas variedades de catas:
- Cata de vinos diferentes: variedad de blancos, tintos y rosados. Esta cata puede ser más sencilla, ya que se trata de vinos muy diferentes y permite distinguir fácilmente los matices y características de cada una de las variedades, es una cata más adecuada para gente que está empezando.
- Cata de vinos de una misma variedad (blancos, espumosos, tintos o rasados), Denominación de Origen (Rías Baixas, Rioja, Ribera del Duero, Mencía, …) o tipo de uva (albariño, treixadura, tempranillo, merlot…). En estas catas los matices son más sutiles y requieren un mayor conocimiento y experiencia a la hora de distinguir las diferencias.
Pasos básicos para realizar una cata de vinos
Antes de empezar la cata debemos abrir con antelación las botellas seleccionadas, sobre todo si se trata de vinos viejos o reservas, para que respiren y se aireen. También podemos decantar el vino en una jarra de cristal transparente, en este caso hay que tener cuidado con los posos o, incluso, si el vino es muy viejo, colarlo.
El paso siguiente es disponer las copas sobre una mesa, preferiblemente una copa por cada vino que vayamos a catar, pero, si no es posible lavaremos la copa entre cata y cata.
Lo ideal es contar con una pequeña guía o fichas de cata, que pueden encontrarse en las páginas web de las bodegas de los vinos que hemos seleccionado o en tiendas especializadas. Estas fichas nos ayudarán a detectar aromas y sabores dentro del vino seleccionado y a conocer mejor el vocabulario que debemos utilizar a la hora de calificar nuestros caldos.
También es aconsejable preparar algún aperitivo o simplemente tener a mano algo de comer, atendiendo a su ficha de cata y sus posibles maridajes para que no afecte o condicione demasiado el sabor del vino.
Por último, es recomendable controlar la cantidad de cada vino hasta completar la cata, ya que podríamos acabar con los niveles de alcohol en sangre por encima de lo habitual.
Catar con los cinco sentidos (¿o son solo tres?)
Catar un vino paso a paso va a ser un auténtico viaje para nuestros sentidos, en el que intervienen prácticamente todos ellos aunque de manera más destacada la vista, el olfato y el gusto.
Vista “El Color”
Lo primero que debemos observar al verter el vino en la copa es su color. En los vinos tintos, cuanto más cereza o rubí brillante más joven, cuanto más color teja o granate más tiempo y crianza tiene el vino.
En cambio, en los blancos, como el albariño gallego, buscaremos los tonos verdosos o dorados de los blancos jóvenes. Los vinos blancos van adquiriendo color en el curso de su envejecimiento, evolucionando del amarillo pálido de su juventud hasta el amarillo pajizo, dorado o ambarino.
También debemos observar el color del borde del disco (la parte superior del vino en la copa) que nos muestra la evolución del vino, para ello debemos inclinar la copa suavemente. En los vinos blancos suele ser pálido, en los tintos, sin embargo, es más fácil de diferenciar, cuanto más ladrillo o teja más añejo es el vino.
Otro factor que debemos conocer con la vista es la densidad del vino. Debemos mover el vino dentro de la copa, pero muy ligeramente, para que no afecte al olor del vino, como veremos más adelante. Cuanta más densidad mayor grado alcohólico. Al mover el líquido por el cristal observaremos la caída del vino, lo que se conoce como lágrima. Si la caída es lenta, mayor densidad, mayor grado alcohólico.
Olfato “El aroma”
El olfato es el sentido más importante a la hora de catar un vino, pero hay que olerlo con moderación, sin excedernos, para evitar la saturación o efecto anestésico. Es lo que en el argot se denomina nariz. Un vino debe tener aromas equilibrados y no tener ningún olor desagradable, por ello es importante airearlo con antelación.
La nariz se realiza en tres pasos:
- Sin mover la copa, nos da los aromas primarios, los básicos de la uva.
- Agitando ligeramente la copa, el vino entra en contacto con el oxígeno del aire y libera aromas que se originan en la fermentación, son olores frescos y afrutados propios de vinos jóvenes.
- Agitando la copa con más energía, aquí surge el aroma que se denomina bouquet, el más complicado de detectar y que se desarrolla en la crianza del vino, su envejecimiento en barrica o depósitos.
Gusto “El sabor”
El gusto en boca debe ser equilibrado, ni ácido, ni salado, ni amargo, ni dulce.
Hay que saber que los vinos blancos jóvenes tienen un sabor más cítrico mientras que los más añejos tienden más a fruta madura. En los tintos jóvenes predominan los frutos rojos (como cereza, grosella,..) que evolucionan hacia sabores con matices más complejos, como balsámicos, minerales o a especies.
Por último, el tacto. En boca también podemos determinar la textura de un vino (terciopelo, seda…) y con la lengua también podemos conocer la temperatura, cuerpo, densidad o astringencia de los vinos.
La temperatura adecuada es esencial para una buena degustación ya que la temperatura idónea realza el sabor del vino. Debemos seguir las recomendaciones de cada bodega pero los blancos suelen servirse entre los 10-14º y los tintos entre los 15-18º.
Evidentemente, al principio es más complicado distinguir todos los olores, sabores y matices de un vino pero con la práctica todo se consigue. Puedes ayudarte de las fichas de cata de nuestros vinos. ¡Anímate y organiza una cata con tus amigos o familiares en casa!